martes, 21 de febrero de 2012

Reflexiones en torno a la Evaluación


Reflexiones en torno a mis concepciones y prácticas de evaluación.
Rubén Vélez

Se cuidan niños. Foto: Rubén Vélez. 2005
... o cuando cuidar no es vigilar que lo cuidado siga intacto, sino que se trans-forme.
En general y personalmente, considero que la evaluación es una acción mediante la cual se pretende comprender y valorar la transformación lograda en un determinado proceso, luego o en el transcurso de las fases del mismo.

Referida a los procesos de aprendizaje en ambientes académicos (porque también podríamos evaluar la aplicación de un plan de inversión, por ejemplo), la concepción de evaluación que propongo se especificaría como:

Las acciones previstas y diseñadas por la sociedad, la institución, el docente y los mismos sujetos en formación, para posibilitar la evidencia, comprensión, apropiación, aplicación y valoración de los conocimientos, procedimientos y actitudes respecto a un área específica del saber, en acuerdo con los propósitos de formación formalmente comprometidos en el diseño curricular, y como resultado o efecto lateral de la configuración y puesta en práctica de un plan de estudios concreto.

En este sentido, la evaluación de los aprendizajes es, en principio, una acción en la que están comprometidos no solo los docentes sino la sociedad en pleno y, especialmente, aquellos sectores que con mayor visibilidad y protagonismo público demandan, requieren o esperan de sus ciudadanos un especial conjunto de competencias coherentes con las necesidades visualizadas desde dicho sector social. Dicho sea de paso, la comunidad científica asociada a las ciencias sociales y humanas puede diferir con el político y el administrador público respecto al balance entre la formación técnica y la formación humanista y crítica, resultado de un eventual programa de formación para el empleo.

En lo que respecta al docente y la institución formadora a que pertenece, esta última tendrá un comprensible mayor interés en que la evaluación de los procesos académicos reporte resultados positivos ante los criterios objetivos (pero también subjetivos), propuestos por las oficinas de acreditación. Entre tanto, el docente, en su práctica cotidiana, podrá tender a que la evaluación evidencie los aprendizajes y motive la participación y compromiso de sus estudiantes, y, por supuesto, entre otros asuntos, en tanto positiva, puede aspirar que la evaluación se revierta en la consolidación pública de su imagen como excelente docente.


Como procedimiento, en cada ámbito de aplicación la evaluación ha de orientarse y basarse en técnicas específicas, adecuadas a la materia misma que constituye el proceso a evaluar. Por ejemplo, la evaluación de un plan de desarrollo económico nacional sería una empresa virtualmente imposible de lograr si tomara como principio de valoración la comprensión del paradigma macroeconómico aplicado en los sujetos que conforman la Nación. En este caso parece obvio que la evaluación deberá ser objetiva, basada en datos y variables socioeconómicas susceptibles de consolidar en cifras y tendencias globales.


Centrando la atención en la evaluación de los aprendizajes, en donde son el docente y los estudiantes los actores principales de la misma, esto es, abstrayendo por un momento los otros ámbitos y actores de la evaluación, los procedimientos de evaluación han de orientarse y basarse, o cuando menos reflejar, en la concepción misma de lo que son los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Así, una concepción economisista de dichos procesos, según la cual la educación es un continuo acumulamiento de conceptos y procedimientos, puede con tranquilidad orientar la evaluación hacia la medición objetiva del cúmulo de conceptos y procedimientos que los estudiantes son capaces de enumerar en pruebas objetivas. Esto al margen de que en dicha concepción se diluye la posibilidad de interacción entre los sujetos y, también, muy a pesar de que dicho estilo puedan reportar a corto plazo excelentes resultados para la institución, en pruebas objetivas de estado aplicadas sobre los estudiantes.

Como docente, estimo que mi aporte a los procesos de evaluación, a pesar de que se ajustan a los requerimientos institucionales, desde la perspectiva global que esbozo, son bastante restringidos procedimental, temática, espacial y temporalmente. A lo sumo, alcanzo a propiciar la evidencia y aplicación temporal de un conjunto de conceptos, procedimientos y valoraciones relativas al campo de desempeño como docente.


Sin embargo, en este pequeño espacio, sin ser experto en teorías del aprendizaje, de cara a la evaluación procuro dar cuenta de algunas de las premisas como, entre otras:


- La evaluación forma parte del proceso de aprendizaje y, por tanto, debe cumplir esa función no situándose al final del proceso, sino articulada al mismo.


- El objeto de la evaluación no es la memoria. Sin descontar que la memoria es un factor obligado en el aprendizaje, la enseñanza, y por tanto la evaluación, también se orienta hacia los procesos de comprensión y, mejor aún, a los procesos que posibilitan el ejercicio de la autonomía en la construcción de nuevas comprensiones por parte del estudiante, mucho después de terminada la adscripción formal a un determinado proceso formativo.


- En consecuencia, participa en la evaluación la evidenciación de los aprendizajes “como la fundación o ampliación de la posibilidad de”.


- Los sujetos de la evaluación son múltiples, diversos y protagónicos. En el aula de clase, estos actores son, básicamente, estudiantes y docentes. Todos ellos, tienen alguna cuota significativa en el diseño y aplicación de las estrategias de evaluación.


- La evaluación se diseña principalmente en acuerdo a unos propósitos de formación. Sin embargo, tales propósitos deben ser vigilados y actualizados periódicamente, en función de los nuevos conceptos, teorías, procedimientos y tecnologías disponibles o requeridas en el área de que se ocupe la enseñanza en un momento específico. Así mismo, entonces, la evaluación requiere como estrategia ser renovada coherentemente con similar periodicidad.


- La emergencia de nuevos dispositivos para la comunicación y la gestión de la información y el conocimiento modifica la posición, la orientación y la función que tradicionalmente había ocupado el docente en el aula. Por ejemplo, es un tema abierto la discusión acerca de cómo diseñar los contenidos de la enseñanza cuando, con las nuevas tecnologías, es frecuente que los alumnos puedan acceder a mayores volúmenes de información que el mismo docente; si bien el docente tiene la mayor responsabilidad en la aportación de criterios para la representación de determinados discursos en el aula de clase (horizontes de pensamiento, posturas éticas, valoración de procesos, etc.),  este no es ya más el depositario del dato, pues este es accesible por todos en el aula.

Rubén Vélez

1 comentario:

  1. Cordial saludo maestro.

    Una vez que nos dimos la oportunidad de intercambiar nuestras perspectivas y concepciones al rededor del concepto de evaluación, y con él 'nuestras experiencias' desde nuestro contexto, nuestra mirada, nuestra realidad... pude enterarme que todas esas comprensiones provenientes de diferentes afluentes... convergen al mismo mar. Afluentes, que aunque navegables, se tornan violentos y prestos al naufragio de esa embarcación que contiene propósitos de aprendizaje, metas y caminos para alcanzarlos... y un sinnúmero de posibilidades para ejercer una enseñanza significativa con resultados 'óptimos'.

    Sin embargo, la realidad que desconocemos viene impresa en las individualidades de nuestros estudiantes, en ese horizonte de aprendizaje que trazamos para ellos... pero que indudablemente necesita el soporte y validación de quienes recorrerán el camino: 'los mismos aprendices'. Es decir, la evaluación es en si misma un instrumento para fortalecer la autonomía y la auto-dirección del aprendizaje (Grow G. 1996) siempre que ésta permita dilucidar un proceso secuencial que aporte al desarrollo de dichas individualidades, desde un 'antes', un 'durante' y un 'después'... para que la embarcación llegue a su destino.

    Sería algo mejor repensar el proceso de evaluación, como una posibilidad de formación que potencie al estudiante, que abra sus horizontes y expectativas, y que (Andonegui, 1989) "desarrolle los rasgos enmarcados dentro de la motivación al logro", no sólo por la rigurosidad de las prácticas, sino también por el placer de construir un aprendizaje para la vida.

    La Evaluación Educativa
    http://www.oposicionesprofesores.com/biblio/docueduc/LA%20EVALUACI%D3N%20EDUCATIVA.pdf

    Gracias por tan valioso aporte... y felicitaciones!

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